Los Zilveti, promotores del área protegida

Autor: Oscar Díaz Arnau

Patricia Zilveti, hoy emprendedora del sector de repostería, un día supo que solo dentro de la política conseguiría cumplir el sueño familiar —especialmente de su padre— de que el Iñao sea declarado “área protegida”.

“El único modo de que logres el área protegida es estar en un punto de decisión, sea política o de cualquier punto, pero de decisión. Si te animas, metele y nosotros te vamos a ayudar”, le dijo su marido y así fue que llegó a ser concejala.

Aclara que, como no le gustaba la política, nunca llegó a inscribirse en ningún partido. “Mi único objetivo era lograr el área protegida, nada más”, me cuenta en su repostería ‘Witimimbo’, en la ciudad de Monteagudo, casi 20 años después.

Por entonces, ella formaba parte de un grupo de defensa del medioambiente denominado ASE. “He trabajado como 15 años por nuestra comunidad. Mi esposo era el que solventaba mis caprichos de ir por el monte; él nos llevaba, nos dejaba trabajando allá”, recuerda con nostalgia.

Me comenta que “en esa época ya había los rumores de las prospecciones, decían que en el Iñao había petróleo, pero no había ni intenciones de hacer ni caminos ni nada para eso”.

La lucha de los activistas se centraba en el desmonte, ni siquiera por la madera: “la gente terminaba quemando los montes y hacía potreros”.

Entonces, “con jóvenes íbamos a donde estaban cortando las maderas y les enseñábamos a hacer muebles; en vez de que quemen su madera, hacíamos muebles rústicos. No era solo de palabra que les enseñábamos”.

Luego impulsó el proyecto “Patrullas Ecológicas”, de formación de jóvenes líderes, que sobrevivió unos años, hasta que ella se retiró de la política y nadie más se interesó por mantenerlo.

Ahora, justamente en estos días, la misma Patricia está reactivando a los “Patrulleros de ASEO Monteagudo”. Hace mucho que esta organización no se deja sentir por aquí.

ASEO tiene una gran infraestructura —con teatro e incluso con biblioteca— que Zilveti dejó en manos de jóvenes capacitados para esta tarea de defensa de la ecología en la zona. Pero todo eso ha sido desaprovechado durante años…

Una decepción

Me cuenta que la última vez que entró al Iñao fue hace más o menos un año, y se llevó una decepción: “Me da pena porque el parque no está señalizado, no están trabajando… es como ir a cualquier lado y no encuentras ninguna referencia de que es un parque, de que es un área protegida (…)”.

“La gente puede ir y yo creo que si ves una orquídea, la sacas y nadie te dice nada, o que eso no está bien hacerlo. Me pareció muy poco el trabajo que están haciendo en el área protegida”, enfatiza después.

Dice que lo mismo pasa por la zona de Azero Norte, por donde también estuvimos nosotros. Allí, se explica mejor, “tampoco hay referencias de que es área protegida”. Me confirma además que “tampoco hay una promoción (turística) para visitar el parque”.

Una herencia invaluable

La mejor herencia que ha recibido Patricia Zilveti, y que ella resguarda como un tesoro, es la colección de taxidermia (técnica de disecar animales) de sus padres.

Siendo muy joven, Hugo Zilveti, su papá, llegó a Monteagudo desde Sucre como un premio de la familia por hacer sacado las mejores notas de la universidad, sin saber que esta población terminaría cautivándolo para siempre.

De madre sucrense y padre potosino, este descendiente de italianos que hicieron su vida en Potosí (“su abuelo italiano fue el primero que hizo una máquina chancadora de minerales”, me revela Patricia), comenzó una colección de taxidermia.

Luego, al casarse con Teresa Orías Balderas, mamá de Patricia, juntos continuaron la rara colección. “La llevaron por toda Bolivia para difundir lo que había en Monteagudo. Como 200 piezas de animales llevaron”. (En este momento, Patricia me muestra algunas cajas de mariposas, parte de la preciada herencia).

El inquieto Hugo Zilveti, un investigador nato, clasificaba las mariposas y, paralelamente, formaba a sus hijos en ornitología.

“Él siempre nos estaba hablando con los nombres científicos de las aves. Era chistoso porque de niños hablábamos con los nombres científicos de las aves y los amigos del barrio se reían. Para nosotros era normal decir los nombres científicos; ahora me doy cuenta de que no era normal en nuestro entorno”, se emociona Patricia.

La Ley de la República Nº 2727 Declaración del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Serranía del Iñao en Chuquisaca se promulgó el 28 de mayo de 2004. Fue un triunfo de Monteagudo (y también para los demás municipios involucrados). Particularmente, fue un premio al ímpetu de los Zilveti.

“Tuve el honor de entregarle a mi padre la ley en sus manos; era él el que quería que se haga el área protegida. Yo solamente aprendí algunas cosas; tuve que ser política durante tres años para lograr su sueño”, finaliza Patricia.

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