Iñao

DONDE LA VIDA ES VERDE PETRÓLEO

Autor: Oscar Díaz Arnau

El último parque nacional, reconocido oficialmente como tal dentro del sistema de reservas naturales de Bolivia, será afectado en un 90 % por la actividad de empresas multinacionales del petróleo contratadas por el gobierno de Evo Morales para la búsqueda de hidrocarburos. Incursionarán en territorio indígena y a los guaraníes se les presenta el dilema de apoyar al instrumento político fundado sobre la base de las organizaciones sociales o defender la tierra de sus ancestros.

Entre cañones se debate el paisaje verde de las cuatro serranías del Iñao. Entre cañones se mueven, todavía a sus anchas, singulares especies biológicas. Entre cañones supo desplazarse el Che Guevara, en su incursión por territorio boliviano, y entre cañones circulan hoy los “turnos”.

Turnos les llaman a unos desvencijados camiones que hacen de transporte público, aunque muy esporádicamente, uno al día, apisonando el camino de por sí ruinoso entre comunidades. Ya ni las vacas los esperan: de trecho en trecho están sembradas en medio de la vía.

No tienen, los semovientes, alternativa para escapar de los bichos y la humedad. Por eso desparraman sus kilos en los cañones de esta cuenca del río Amazonas.

El Iñao es un parque con forma de corazón y solamente una esquina de su aurícula derecha se salvará de la anhelosa búsqueda de hidrocarburos a cargo de transnacionales contratadas por la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).

Por temor, resignación o inocultable sometimiento económico, hoy, a una temperatura extrañamente agradable para el Chaco chuquisaqueño, no todos los cañones apuntan a las petroleras.

Cañones les llaman a los caminos estrechados por cerros altos y bosques profundos que custodian la última de las 22 áreas oficialmente reconocidas dentro del sistema de reservas naturales del país.

Entrevista Patricia Zilveti

Si hablo con los lugareños, sean estos indígenas, campesinos, interculturales (colonizadores) o citadinos, pocos se atreven a cuestionar la exploración petrolera, una inminente realidad documentada y reconocida por propios y extraños sin aparente conflicto moral.

Y aunque no todos los cañones apuntan a las petroleras, la decisión gubernamental —so pretexto de interés estatal— de escudriñar en el 90,80 por ciento del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Serranía del Iñao (la mayor superficie dispuesta para la actividad hidrocarburífera en suelo protegido boliviano) tampoco encuentra muchos adalides.


90,80 por ciento del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Serranía del Iñao se encuentra afectado.
Mapa concesiones petroleras

Probablemente algunos sientan vergüenza medioambiental, o la típica añoranza demorada de los abuelos. Por ahora, se guardan para sí la defensa de la intervención a un pulmón de la Tierra de 263.161 hectáreas que abarca cuatro provincias y cuatro municipios del departamento de Chuquisaca (sur de Bolivia).

hectáreas que abarca cuatro provincias y cuatro municipios del departamento de Chuquisaca (sur de Bolivia).
Mapa ubicación del Iñao

La riqueza natural de este parque es considerada “fundamental para el departamento de Chuquisaca y el país”, según se hace constar en el Plan de Manejo del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (PN-ANMI) Serranía del Iñao 2012-2021.

Ese documento advierte también que “la concesión Azero [para la búsqueda de hidrocarburos en esta zona] ocasiona y ocasionará en el futuro conflictos de uso entre el área protegida y la empresa nacional de hidrocarburos YPFB”.

En nombre del desarrollo

Tres decretos supremos firmados por el presidente Evo Morales para allanar la actividad petrolera en parques nacionales y áreas naturales (algunas de ellas, además, territorio indígena) han tenido respaldo institucional de organizaciones guaraníes.

“Nosotros con las 37 comunidades de la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) Itika Guazu [municipio de Entre Ríos, departamento de Tarija] estamos apoyando los decretos para consolidar más al pueblo guaraní, para que nos puedan llegar proyectos para todas las comunidades, por eso estamos muy de acuerdo con estos decretos”, afirmó por ejemplo el dirigente Hugo Arebayo en un encuentro con el primer mandatario boliviano, según publicaciones de prensa de junio de 2015.

El argumento siempre es el mismo: la necesidad del desarrollo.

El director del Iñao, Guido García, me confirma que más del 90 por ciento del área protegida forma parte del contrato suscrito con la petrolera francesa Total E&P Bolivia, adjudicataria del bloque Azero, en Chuquisaca. Y si bien admite que esto representa “una amenaza”, dice también que es “una oportunidad”.

El argumento siempre es el mismo: el desarrollo.

García dice que el contrato con Total puede significar el despegue del parque y sus comunidades, de las 42 que tiene el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) y de las nueve que se encuentran en la denominada Zona Externa de Amortiguación (ZEA).

Número de comunidades en el AP y ZEA por municipio
Área protegida
ZEA

Villa Vaca Guzmán

  • 16
  • 2

Monteagudo

  • 6
  • 2

Padilla

  • 13
  • 4

Villa Serrano

  • 7
  • 1

Nº y % de comunidades AP y ZEA

42 comunidades
9 comunidades

La justificación siempre es la misma: el interés nacional.

Por más que el capitán grande (presidente) del Consejo de Capitanes Guaraníes de Chuquisaca (CCCH), Mario Andere, me diga que no autorizaron la presencia de las petroleras en el Iñao, y que anuncie que buscarán reunirse con el presidente Morales para hablar del tema (una idea postergada durante meses), no hay rebeldía —decisión contundente— sino más bien división en la etnia que nos la enseñaron aguerrida.

No parecen el “pueblo que ha resistido el proceso colonial como ningún otro”, tal cual se presenta en su página web el CCCH, parte de la APG y, por ende, de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), la máxima organización indígena de las zonas bajas.

Estos herederos de combativos ancestros se parecen más a los aborígenes que, obligados por las circunstancias, callaron durante décadas la servidumbre de sus familias en las haciendas de antiguos terratenientes.

No lo admiten abiertamente, pero parecen estar atrapados en un dilema: o apoyan al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), el instrumento político que se fundó sobre la base de las organizaciones sociales, que impulsa la actividad petrolera en el Iñao y los demás parques nacionales del país, o defienden la tierra de sus antepasados.

En Internet hay un texto no muy largo que Marc Gavaldà titula así: “Tentayape, cuando un pueblo dice No”. Salvo esa comunidad de férreos protectores de lo suyo, los demás guaraníes bolivianos se debaten entre el disenso y la aprobación a cambio de favores.

Por los cañones

A lo largo de cuatro días penetro los verdes cañones en distintos momentos, con tres compañías diferentes: primero, junto a cinco mburuvichas (capitanes guaraníes); luego, con el director y un técnico del parque Iñao; por último, con la guía de una exguardaparque devenida en apicultora, el emprendimiento de moda en el Chaco chuquisaqueño. Nos movemos por las venas del corazón denominado Iñao.

En las oficinas del CCCH, en Monteagudo —una población ninguneada en la Wikipedia—, las puertas se abren fácilmente para visitar las comunidades de la zona de Rosario del Ingre.

Por el “cañón del Ingre” —como le dicen los mburuvichas, la mayoría jocosos y no por eso menos sensibles a la investigación periodística— se ingresa sin problema. Todo lo contrario de lo que ocurre con Tentayape, el único reducto guaraní que se salvó de la aculturación.

Los tentayapeños son los caprichosos que les bajaron el pulgar a las petroleras.

Llama la atención el respeto que los capitanes de la máxima instancia de esta nación indígena en el departamento, la CCCH, les tienen a las autoridades tentayapeñas. Estas hacen valer un extraordinario poder soberano con un encierro territorial casi total, incluso, para los guaraníes que no son ellos.

“Hace meses que les hemos pedido permiso para entrar a su comunidad y hasta ahora no recibimos respuesta”, comenta con nerviosidad uno de los capitanes mientras viajamos hacia el sur, esquivando las vacas del camino, en una camioneta que, después me confesaría un exdirigente, es regalo de una petrolera.

Pasamos por alguna que otra hacienda que antes perteneció a los patrones y ahora está en poder de los “Iyambae” (‘libres’, ‘sin dueño’, en guaraní), es decir, de los resarcidos descendientes de los esclavos o semiesclavos, como morigeran los organismos internacionales de Derechos Humanos.

Hoy, los guaraníes que han logrado zafar de la opresión de los hacendados, es decir, los que no continúan sometidos a formas contemporáneas de esclavitud en el Chaco, son amos y señores en las mismas casas donde antes los sojuzgaban. No es ironía, es reparación de la dignidad.

Salvo en el impenetrable Tentayape, las costumbres se van perdiendo inexorablemente. Esto lo confirman ellos mismos.

Bailón Guzmán, un guaraní de Charagua Norte (región de la provincia Cordillera, departamento de Santa Cruz) que es profesor de primaria en el colegio San Jorge de Ipati (municipio de Huacareta, Chuquisaca), dice que “Carnaval ya no se ha hecho. Antes era una semana en esta zona pero ya nada, silencio [hubo en] el Carnaval aquí”.

El idioma sobrevive a pesar del invasivo castellano: hablan casi todo el tiempo en guaraní. Incluso entre niños, que asisten a un colegio donde el alumnado completo pertenece a esta nación indígena.

En el recorrido nos cruzamos con una sola mujer que muestra vestimenta de rasgos típicos: polera verde claro, falda rosa y collar tejido en filas de hilos azul, blanco, rojo, marrón, celeste.

Desde el hombro le cruza por el pecho un tiro del que cuelga una bolsita también de hilo, pero a rayas verticales. En las orejas lleva dos pendientes que terminan en flecos azules, rígidos. De estatura baja y piel tostada natural, le calculo unos sesenta años.

No usa vestido suelto de colores metálicos; aun así, parece un lunar entre sus coterráneos, la mayoría de jeans y varios con camisetas de clubes de fútbol nacionales y extranjeros y zapatillas que son copias chinas de multinacionales norteamericanas.

La tierra, la Madre Tierra

En Ipati, adonde llegamos después de cuatro horas de traqueteado viaje, el pueblo guaraní se alista para una reunión extraordinaria. La comunidad estaba esperando a los mburuvichas para comenzar.

Tienen previsto tratar el conflicto con unos vecinos (antiguos patrones) a quienes los comunarios acusan de haberse apropiado de unas tierras que era un obsequio nada menos que del presidente Morales, indígena como ellos pero de las tierras altas.

Dicen que son maderables, esas tierras, por lo tanto económicamente importantes.

—Ya tenemos titulado ya, ¿y qué pasó? Los propietarios colindantes vinieron y nos dijeron: ‘pucha, han medido mal nuestro terreno, nosotros entre vecinos no queremos tener problema’. Así nos dijeron, nos han charlado bonito y ahí está, nos han hecho pisar (el) palito; nosotros no deberíamos aceptar porque era regalo del Presidente —me cuenta un guaraní en voz baja porque la reunión está en pleno desarrollo.

Nadie me había hablado con tal soltura hasta este momento.

—El Presidente nos regala 5 hectáreas, ya teníamos nuestro límite, ellos [Kadaster, empresa holandesa a cargo del saneamiento de tierras] midieron y otras 50 hectáreas se ha entrado la propiedad, han medido 50 hectáreas más a favor de nosotros. Eso ha sido regalo del Presidente, (pero) se habían entrado a nuestro terreno —agrega el hombre extrañamente abierto a la conversación llana.

Después, me explica que miembros de la familia Chávez (el apellido con el que identifica a los vecinos del pleito) “nos han convencido, ellos ya han hecho un escrito, un documento por demanda [judicial], hasta que le ha hecho firmar al capitán [de Ipati] saliente”.

En la reunión zonal, que les tomará tres horas de largas intervenciones individuales, participan unas cincuenta personas, la mayoría adultos. Tres adolescentes varones y mujeres junto a sus hijos pequeños escuchan atentamente. No hay un solo abogado asesorando a los comunarios.

Llegada a Ipati
Reunión zonal
Reunión zonal

La insustituible coca verde

El paisaje es verde. El cerro de acá y de más allá es verde. La copa del árbol, la hoja, la flora del bosque es verde. La insustituible coca es verde. El petróleo, también es verde.

En la camioneta, dos de los tres mburuvichas hablan libremente, distendidos, en guaraní, con la tranquilidad de saber que no les entiendo. Yo decido seguir con el juego de extranjeros en propia tierra y pregunto telegráficamente, procurando marcarles el paso también en picardía:

—¿Esta es coca Yungas o Chapare?

Heriberto Ruiz, responsable del área de Tierra, Territorio y Recursos Naturales, responde con su conocida jocosidad:

—Coca Ñaurenda (el nombre de una comunidad de la zona).

En el camino, en la camioneta, dos de los tres mburuvichas hablan libremente, distendidos, en guaraní, con la tranquilidad de saber que no les entiendo. Yo decido seguir con el juego de extranjeros en propia tierra y pregunto telegráficamente, procurando marcarles el paso también en picardía:

— ¿Esta es coca Yungas o Chapare?

— La de los Yungas, en las montañas subtropicales de La Paz, es la considerada “legal”. No así la del Chapare, en los valles de Cochabamba, cuya producción en su mayoría, según diversas fuentes, se desvía al narcotráfico.

La bolsita va desanudada entre el conductor y el acompañante. Pero todos se sirven de ella durante el trayecto.

El tercero de los capitanes va con la mirada fija en el paisaje y abre la boca solo lo necesario, últimamente nada más que para sumar alguna hoja verde o para tomar sorbos de alcohol con agua que circula por el vehículo en una botella plástica.

A la pregunta de si es coca de los Yungas o del Chapare, el más hablador de los tres, Heriberto Ruiz, responsable del área de Tierra, Territorio y Recursos Naturales del CCCH, responde con su conocida jocosidad:

—Coca Ñaurenda (el nombre de una comunidad de la zona).

De vaqueros y tigres

Heriberto, mantecoso de piernas cortas y sonrisa fanfarroneada, cuenta historias de vaqueros que mataban tigres. Él habla de “tigres” y de “leopardos” pero en rigor son pumas, los que en estas tierras se conocen como “leones andinos”.

—Hay vaqueros que son buenos para eso; así, sin armas, con perros nada más. Antiguamente, los patrones los mandaban a ellos, por eso es que los ganaderos, los propietarios, tienen hartas vacas. Ahora que ya se murió el liderato, como ellos no las cuidan como cuidaban los vaqueros, no tienen paciencia. No manejan bien su ganado.

—¿Y ha comido la carne del tigre?

—¡Rico había sido, che! Hemos preparado che, con ají colorado. ¡Rico es!

Esta anécdota muestra una de las particularidades más evidentes del guaraní: su valentía, su carácter guerrero. Luego, el arraigo: no se separa fácilmente de los suyos.

Entre sus características negativas se cuentan el machismo (principalmente en la clase dirigente, en la que —coinciden dos mujeres de la ciudad— un guaraní puede llegar a tener varias parejas, a diferencia del comunario de base) y el consumo de alcohol (como dicen los citadinos en tono de señalamiento, el “doble A”: alcohol y agua).

El petróleo del Iñao

Estamos en la comunidad Azero Norte, a 36 kilómetros de Monteagudo. Llegamos hasta el río Azero, el límite natural con el municipio de Padilla, provincia Tomina del departamento de Chuquisaca, donde una niña juega a tomar las riendas del negocio de su padre, que ofrece el servicio de traslado de un lado al otro en una lancha.

La niña muestra una desenvoltura tal que deja la impresión de estar caminando sobre las aguas, en cuyos márgenes ha comenzado a moverse la empresa petrolera Total E&P Bolivia, una francesa en territorio boliviano.

La niña muestra una desenvoltura tal que deja la impresión de estar caminando sobre las aguas, en cuyos márgenes ha comenzado a moverse la empresa petrolera Total E&P Bolivia, una francesa en territorio boliviano.

En este lugar, el director Guido García me informa que el parque nacional y área natural protegida tiene un Comité de Gestión con diez representantes; actualmente está presidido por una indígena guaraní.

Él admite que el comité ha sido informado de la actividad hidrocarburífera en el Iñao y no se opone a ella, pero —aclara de inmediato— hará cumplir la normativa vigente. García gestiona proyectos amigables con el medioambiente.

La posición gubernamental es clara respecto a todos los parques del país:

“…esa franja gasífera y petrolera con seguridad ha sido conocida […] hace más de 20 o 30 años y no por casualidad, en una buena parte de esas zonas altamente petroleras y gasíferas, se han ido declarando parques, para que no los exploremos, para que guardemos seguramente para alguien”, dijo el vicepresidente Álvaro García Linera durante la inauguración del III Congreso Internacional Gas y Petróleo, el 23 de mayo de 2013, en Santa Cruz de la Sierra.

Y el segundo mandatario agregó:

“Está bien que tengamos parques […]. Pero eso no significa que nos vamos a quedar viviendo como hace 400 años o como hace 300 años para dejar esa riqueza para de aquí a un tiempo vengan otros, que no vamos a ser los bolivianos, a usar esa riqueza”.

Alguien que defiende el respeto a las normas internas recuerda que “según la literatura, en el parque nacional no se tendría que chaquear, no se tendría que explorar ni hidrocarburos ni nada. Es intocable el parque nacional, no se puede hacer ninguna actividad, no puede intervenirse ese lugar. Pero eso lo va a hacer el Gobierno con la petrolera”.

Entonces, a continuación, marca una diferencia importante:

“El área natural de manejo integrado es donde se pueden realizar actividades agrícolas moderadas y actividad pecuaria: producción”.

Sacarle la madre a la tierra

“Políticas extractivas para sacarle ‘la madre’ a la tierra”, es el título escogido por la revista PetroPress, en el número 31 (marzo-junio 2013), del Centro Documental e Información Bolivia (CEDIB), para aludir a la explotación de la Pachamama (“Madre tierra”, en quechua).

“En los hidrocarburos se decidió ampliar las áreas otorgadas a las transnacionales derribando las áreas protegidas y los territorios indígenas”, se advierte allí, en el último párrafo de la nota editorial.

Entre los artículos contenidos en esa publicación, Georgina Jiménez, coordinadora del Área de Investigación de los Recursos Naturales del CEDIB, da cuenta de que “el área total de interés petrolero del país es de 53.500.000 has. De ella, el actual Gobierno ha dispuesto 24.777.543,40 has para la actividad petrolera. Esa superficie equivale al 22,55% del territorio nacional, que cuenta con 109.858.100 hectáreas”.

Jiménez señala además:

“Paradójicamente en el marco de una política que afirma haber nacionalizado los hidrocarburos y devuelto la dignidad y soberanía nacional, el actual Gobierno ha dibujado y redibujado constantemente el área a disposición de las empresas hasta multiplicar por 8 la frontera hidrocarburífera de finales del 2006 e inicios del 2007 y extender en abril del 2012 su superficie de poco menos de 3 millones de hectáreas a más de 24 millones de has que equivalen al 22,55% de todo el territorio nacional”.

El mismo informe agrega que los territorios indígenas de la región del Chaco boliviano, que se extiende sobre los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, han quedado “todos, sin excepción, con áreas petroleras superpuestas, lo que implica que el 100% de los territorios indígenas del Chaco han sido afectados”.

“No hemos autorizado”

A Mario Andere, el capitán grande, le consulto si su organización analizó y aprobó la presencia de las petroleras dentro del Iñao.

“Específicamente no hemos autorizado porque son parques […] nosotros en ningún momento, como Consejo de capitanes, hemos autorizado el tema de la presencia de las petroleras. Sí se ha negociado, pero en otras capitanías donde no tenemos parque, o sea reservas [naturales]. Jamás nosotros hemos autorizado el tema”, me responde.

En cuanto a la normativa que autoriza la exploración en las áreas protegidas, Andere me confirma que la dirigencia nacional de los guaraníes busca reunirse con el presidente Morales para plantearle la posibilidad de “cómo se mejora el decreto. Sabemos que en algunos artículos dice eso y lamentablemente ha habido algunos dirigentes que se han prestado para aprobar esos decretos supremos”.

En la misma línea discursiva se maneja Fermín Flores, ejecutivo de la Capitanía del Ingre, que en otra entrevista me dice que “el convenio [con la petrolera] ya está hecho, pero, como pueblo guaraní, no vamos a dejar que se entren sin consulta”.

El detalle está en que el convenio ya está hecho, como bien lo reconoce él, e incluye “compensaciones” ya materializadas: hasta donde se sabe, una camioneta por aquí, una oficina por allá.

De consultas y compensaciones

Cecilio Tardío Chávez, 39 años, guaraní, pertenece a la primera promoción de bachilleres del Ingre, uno de los cañones de esta zona verde como casi todo por aquí.

Él es profesor en el Centro de Educación Alternativa (CEA) y tutor de casi 50 adolescentes internados en San Jorge de Ipati.

Y a él le pregunto si asistió alguna vez a discusiones comunales respecto a la incursión de petroleras en territorio indígena:

—He participado en las consultas —alude con una sonrisa al proceso de consulta y participación impulsado en 2015 por el Ministerio de Hidrocarburos y Energía para el proyecto “Exploración Sísmica 2D, Huacareta Área Norte”, el que concluyó con la firma de un acta de validación de acuerdos.

—¿Cuál es su posición? —inquiero.

—(El trabajo de las petroleras) tiene sus cosas negativas y positivas. Por la compensación, ¿cuánto hemos recibido? ¡tanta plata! Pero lo hemos echado a perder y desde ahí ha empezado la división; eso es lo que divide, las empresas. Aparte de eso, con la presión sísmica que hacen, van enterrando los ojos de agua, las aguas se hacen turbias, no aclaran; esos defectos los estamos pagando ahora. Eso hacen las empresas.

—¿Qué compensación recibieron? —vuelvo a preguntar.

—En efectivo hemos recibido, hace tres o cuatro años.

—¿Y qué dicen de que más del 90 % del parque Iñao esté comprometido para la actividad petrolera?

—En realidad, ese tema todavía no se ha tocado. Tal vez las autoridades, pero yo no tengo conocimiento de eso —manifiesta.

Entrevista Cecilio Tardío

“A mis hijos les hablo”

Cecilio me confía que en el pasado su familia sufrió mucho. Como Bailón, como casi todos los que se abren conmigo haciendo a un lado la aprensión a la grabadora:

—Todo esto era potrero del hacendado, aquí eran esclavizados mis abuelos —dice el profesor de primaria del colegio de la zona, aunque él nació en Charagua Norte. Tiene él un dejo de nostalgia, como una tristeza generacional que no puede disimular.

Nada que ver con un compañero suyo en el colegio de Ipati, el paceño Diego Sánchez, que con 25 años de edad está a cargo de alumnos de entre 13 y 17. Él es puro presente y futuro.

Bailón en cambio es, sobre todo, pasado:

—Mi papá siempre nos hablaba, y yo también a mis hijos les hablo.

¿Sobre qué les habla? “Sobre cómo era antes”.

¿Y cómo era? “No era como ahora, que tenemos educación. Mi papá no tenía la posibilidad de estudiar; apenas ha estudiado hasta cuarto o quinto básico”.

Con su misma carga, de un pasado peor, Cecilio es todavía más contundente:

Diego Sánchez

—Yo he visto que mi papá ha vivido la época de las haciendas y los patrones. Mi papá era capataz, pero he visto cómo la gente era esclava: los trataban como animales. Ellos no tenían derechos, solamente trabajar y obedecer (podían).

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